Mi demanda inicial fue «quiero interpretar los textos con mayor naturalidad». Y en eso está ayudándome Juan, locutor absolutamente único, así como excelente y sensible pedagogo. Con él, cada clase conlleva nuevos descubrimientos, que a menudo me dejan boquiabierto y con el trabajo realizado resonando cada vez que de nuevo me pongo ante un micro. No deja de sorprenderme su capacidad para individualizar las sesiones en función de mis puntos fuertes y débiles. Además, nuestras sesiones son divertidas, siempre amenizadas por su cercanía, energía positiva y simpatía.

En fin, que de mayor, querría sonar como Juan pero eso ya está pedido. Lo bueno es que, como es muy generoso, hace todo lo posible para que yo suene como David.

Juan Orellana
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