Gracias a Juan Orellana he podido profundizar, desde la naturalidad del discurso, en las competencias prosódicas que «afilan las palabras» y con las cuales el mensaje de hace más certero. Realmente la voz es un instrumento de cambio, pues la construcción del mensaje a través de ella nos lleva directamente a la emoción. Un auténtico lujo poder contar con su experiencia y conocimiento.